Articulo

Nuevo capítulo del "Manual de cómo NO hacer Rotaciones"

La primera “Unaiada” de la temporada se vio venir desde que, en el minuto diez de la primera parte, los jugadores del Lille se dieron cuenta de que no tenían enfrente a la máquina de contragolpear liderada por Villa, Silva, Mata… sino más bien a un equipo descoordinado y descompensado, con dos islotes en ataque (Zigic y Miku acabaron desesperados tras no “olerla” en casi todo el choque) y sin nadie capaz de dotar al juego de criterio, mientras Banega veía el “espectáculo” desde el banquillo.

Es triste tener que escribir que el Lille tuvo ocasiones para golear; o que César Sánchez, a sus 38 años, fue el mejor del equipo y se “partió la cara”, literal y figurativamente (tras recibir una patada involuntaria y seis puntos de sutura en la boca), para mantener la portería a cero. Todo esto, en una primera parte con destellos del Valencia, pero sin la continuidad ni intención necesarias en Europa. Estos no eran el Stabaek, por mucho que Unai pensase que sus diez cambios “a saco” no se notarían.

En la segunda mitad, más de lo mismo: arranque esperanzador, y enseguida los franceses encontraron los senderos adecuados para llegar con claridad al área valencianista. Navarro tuvo que hacer horas extras para tapar su parcela y ayudar a un Maduro muy perdido durante toda la tarde. En defensa, Bruno sufrió (y eso que jugaba en su puesto “natural”), y Mathieu apenas aportó proyección ofensiva. En el medio, Míchel (voluntarioso) y Albelda (desaparecido) no paraban ni a un taxi.

Viendo el desacato que había perpetrado en su pizarra, Emery intentó asustar a Rudy García. Dio entrada a Banega, y al enrachado Juan Mata. Con esto, consiguió un poco de orden en la medular… y el gol del Valencia, tras una jugada en la que Zigic (¡al fín!) pudo bajar un balón de cabeza, Joaquín dio un gran pase en carrera y Mata definió con un toque preciso.

Pero el despropósito no había terminado todavía. Con 0-1 y diez minutos para el final, Unai Emery decidió buscar el segundo gol… cuando la lógica y el sentido común obligaban a “dormir” el choque. Y sacó a Villa al campo, cuando lo normal hubiese sido apostar por Marchena en la medular. El error puntual, pero grave, de Bruno en defensa costó el empate instantes después. Mala forma de empezar una competición en la que, sin ir más lejos, el Génova (que finiquitó al Slavia de Praga con un 2-0 en la primera mitad) sí que sabía a qué tenía que jugar. Quizá a Emery el traspié le sirva para aprender una valiosa lección: rotaciones sí, revoluciones no… por mucho que estuviesen en Francia.