Especulación y clasificación acaban igual: en eliminación

¿Titular duro? Pues mañana váis a flipar. No hay que ser muy listo para darnos cuenta de que, efectivamente, lo de hoy va a marcar “un punto de inflexión”, como señaló Emery el otro día. Los acérrimos detractores de Unai Emery mañana tendrán sangre y carnaza suficiente para saciar su hambre. Pero lo cierto es que el Valencia ha estado a un par de minutos de llevarse la eliminatoria. ¿Títular duro? ¿Ventajista? En absoluto. Tras el salto, os explico el porqué.

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Hablemos de condicionantes. No estaba Villa. No estaba Albiol. Alexis lleva sin estar ya un par de meses. Pero eso no es excusa. No lo es porque en la ida el Valencia se sobrepuso a un árbitro y linier infames, y a un Sevilla que se había puesto por delante. En Mestalla los ché culminaron la remontada en el último cuarto de hora. En Nervión, el Sevilla hizo lo propio en el último minuto.

En el vestuario, algo pasó. La primera parte, que acabó con empate a uno, fue trepidante, eléctrica una vez más, con dos equipos que buscaron la portería rival. El Valencia golpeó primero con un tanto de Marchena, de estrategia, a balón parado. Y el Sevilla, como las dos caras de la misma moneda, contestó de forma calcada: saque de falta de Romaric, y cabezazo de Kanouté a la vez.

La segunda mitad fue toda una declaración de intenciones por parte de Unai. Los cambios pudieron ser más o menos acertados, el entrenador pudo hacer mejor o peor su trabajo, los jugadores puedieron jugar mejor o peor… Pero la actitud, la entrega y la pasión no fueron las mismas que en el primer tiempo. El Valencia se hizo pequeño, minúsculo. Y para rematar la faena, el cambio que traerá cola: Edu saltó al campo sustituyendo a un Silva que, aunque cansado, empezaba a entrar en juego y a hacer jugar al resto de sus compañeros.

No fue “barraquismo”, pero sí conservadurismo en una de sus acepciones: el equipo dio varios pasos atrás, y lo pagó caro. Que el tanto de Squillaci sirva para despertar de una vez a Unai: o se juega de una forma, o se juega de otra. El Valencia tuvo al Sevilla a su merced durante los primeros treinta minutos de partido. No remató a la presa. Y acabó siendo cazado tras refugiarse en su cueva. Y es que no es lo mismo una casa de ladrillo, blindada e impenetrable, que una casita de paja con la defensa endeble que se cae al primer soplido.

Las críticas deben ser siempre constructivas. Y si hay que “rajar”, que sea con propiedad. Para mí Emery se equivoca quitando a Silva y metiendo a Edu. Pero sería perdonable si el problema de fondo, la endeblez defensiva (sobre todo a balón parado), estuviese solventado. No hace demasiado tiempo… Demonios, no hace demasiadas jornadas, el Valencia salía a domicilio con la lección aprendida. Y la ejecutaba a la perfección: 0-1, y al caldero. Hoy incluso el empate servía. Pero el minuto final deja al descubierto nuestras vergüenzas, y “tocada” la credibilidad del entrenador.

Y no nos engañemos. Las Copas están bien. La UEFA puede ilusionar a la parroquia, señores. Pero el Valencia, no como equipo, sino como entidad, debe de meterse entre los cuatro primeros en Liga por lo civil o por lo criminal. No por una cuestión deportiva, sino de mera supervivencia: otra temporada sin Champions sería catastrófica a nivel económico. Por eso ya mismo hay que pasar página, y focalizar esfuerzos, ganas de revancha y motivación hacia el próximo domingo, siete de la tarde, ante el Almería.