Articulo

Una derrota para recordar... e imágenes para olvidar

Unai se equivoca. De base, además. El vasco piensa que sus jugadores son los mejores. Puede que lo sean, desde luego. Pero lo que no son es “buenos chicos”. El vestuario del Valencia CF es quizá uno de los más complicados de toda la Primera División. Una plantilla con muchas virtudes… y por desgracia, con muchos vicios. Llevan muchos años viéndose las caras. No se ha renovado en profundidad, como sí ha ocurrido con otros clubes. Los únicos que cambian de cuando en cuando… son los entrenadores.

¿Y el principio de temporada? Se aunaron dos benditas coincidencias: Emery jugó “como le pide el cuerpo”, un fútbol alegre, vistoso y ofensivo. La racha se cortó ante el Racing, volvió a ocurrir en casa ante el Sporting… y Unai cambió. Primer error. El otro factor importante es que, viniendo de un incapaz como Koeman, la plantilla no podía creerse que en el banquillo hubiese un entrenador de verdad. En consecuencia, se lo creyeron. Y, como sucedió con su míster, cuando empezaron los problemas extradeportivos y la gasolina se fue agotando, la “máquina” se gripó.

Imágenes como las de abajo (pincha para verlas), con los jugadores desesperados, sin saber cómo salir del pozo, no son admisibles para un club como el Valencia. La derrota de ayer ante el colista, “otra vez” el colista (ya ocurrió en el ONO Estadi y en el Reyno de Navarra), debe quedarse grabada a fuego en las cabezas de los jugadores. Unos futbolistas que, todo sea dicho, no hicieron para nada el peor partido del año. De hecho, hubo momentos de buen juego tanto en la primera como en la segunda parte. Pero, cosas de defender las jugadas a balón parado como un equipo de Tercera Regional, el equipo no consiguió la remontada.

Por eso ha llegado la hora de Unai. Por eso, como ya habéis visto hoy, ha llegado la hora de que Fernando les mande un “recadito” a algunos. Benítez dijo aquello de “nos quedan cuatro meses de aguantarnos”… y se acabó ganando la Liga. Una utopía ahora mismo, pero sí que es cierto que aguantar, apretar los dientes y dar el máximo es la única solución para aspirar a la cuarta plaza que de acceso a la Champions. Ya no es cuestión de imagen, ni de dignidad. Sin Champions, no hay pasta: es cuestión de supervivencia.