Articulo

Cuestión de inspiración

Lo que acabáis de leer es la confesión sincera de alguien que cree haber errado en su diagnóstico. Y sé que no fui el único que pensó que, con el cambio de Banega por Maduro, Emery estaba cometiendo una tropelía. Pero el fútbol es así de extraño, tan complicado de pronosticar, que el Valencia acabó goleando a domicilio sin contar en sus filas con un centrocampista organizador. Pablo Hernández se encargó de elevar a su técnico a los altares con un fútbol de alta escuela, de toque y desborde, de contras a la velocidad del rayo… y con uno de los goles de la Liga.

Fue un gol sublime, sólo al alcance de unos pocos. No le hizo falta ni levantar la cabeza: Pablo sabía que el portero estaba adelantado, y no se lo pensó dos veces a la hora de soltar un zurriagado potente y colocado desde 40 metros que pilló a Esteban por sorpresa. Para entonces, el de Onda ya había desequilibrado él solito el choque con la asistencia de gol a Villa en el 0-1 y en la jugada que supuso la expulsión del meta Diego Alves. Le acompañaron en sus travesuras los más mediáticos Villa, Mata y Silva. Ellos son internacionales, indiscutibles con la Selección: “Pablito” lo será en breve.

Regresemos al origen. Pedir disculpas y rectificar a veces es sencillo; otras, cuesta bastante. En el caso de Emery, su particular forma de pedir perdón por sus errores se ve sobre el campo. La temporada empezó titubeante, sobre todo de mediocampo hacia atrás. Y Unai, sin decirlo, sin expresarlo en voz alta, ha sabido rectificar. Dealbert y Navarro han puesto la raya en la pareja de centrales; tras ellos, César demuestra día a día que sigue hecho un chaval. “La pantera rosa” es, por números, el mejor portero de Primera: en tres partidos no ha encajado ni un tanto. Una circunstancia que no se producía desde los tiempos de Cañizares, en la temporada 2006-2007.

Con todo, este Valencia de Champions (ya está cuarto) asusta. Asusta a los rivales, por su potencial; asusta a los entrenadores rivales, que saben que frenar a los “cuatro bajitos” es tarea casi imposible. Pero también asusta a los aficionados chés, que no saben a ciencia cierta cada domingo si los suyos tendrán o no el día. Mientras el entramado defensivo sigue poco a poco consolidándose, depender de la inspiración divina del Mata o Pablo de turno sigue antojándose pelín arriesgado. En Almería, a Unai le salió perfecta la jugada. En siete días, otra prueba de fuego en La Rosaleda.