¡La Falta! El ilusionista

Para no dejar lugar a la especulación, vamos primero con la parte informativa de este escrito. Ayer conocimos, en una entrevista concedida a la COPE, que Juan Villalonga pretende presentarse a las próximas elecciones para la presidencia del Real Madrid. “Quiero presentar un proyecto alternativo a los socios”, dijo el empresario. Hasta aquí todo correcto… o no.

Porque repasando el archivo, me he encontrado con otras declaraciones, en la misma línea. Echemos la vista atrás: 9 de julio de 2008. Hace poco más de tres meses, Juan Soler puso a Juan Villalonga al frente del Valencia en calidad de gestor del club. Y el madrileño, que siempre que tuvo ocasión recordó que sus padres son valencianos, nos dejó esta bonita frase: “Valencia y, por ende, el Valencia CF, lo llevo en mi corazón y mi principal motivación es colocar al club en la elite mundial, que es el sitio que la ciudad y la afición se merecen”. Una bonitas palabras, pero que en perspectiva suenan más vacías de lo que le gustaría.

Villalonga llegó con el traje de Mesías puesto. Un traje caro, ostentoso, pero muy “apañao”. Algunos todavía recordamos la alocución pública de finales de julio, una rueda de prensa a todos los efectos espectacular. Villalonga, un mago de los focos, un maestro de la puesta en escena, llevó a cabo una rueda de prensa a pecho descubierto, sin guión, sin nada. En un punto de la misma, llegó a extraer de su bolsillo un abono del Valencia para demostrar simbólicamente su implicación, su “valencianismo”. Fue, en pocas palabras, el mejor ejercicio de relaciones públicas que he visto en mi vida. Se metió a todos los presentes en el bolsillo. Y, a los veinte minutos, entro Soler a la sala y Villalonga se fue. Bueno, no se fue: lo “tiró” Soler.

Tras la llegada de Soriano a la presidencia del Valencia, a Villalonga se le han aplicado infinidad de adjetivos. Con la perspectiva que el paso de las semanas otorga, los aficionados han calificado al madrileño de manipulador, mentiroso, engañador, mago, charlatán y estafador. Muchos siguen recordándole los diez millones de euros que se llevó como indemnización tras el despido de Soler… tras haber trabajado para el Valencia sólo catorce días. Otros no le perdonan su incendiario comunicado, un par de semanas después, en el que afirmó que Silva ya estaba vendido a la Roma por 25 millones de euros. A día de hoy, Silva sigue en el Valencia… igual que Villa.

Porque ayer Villalonga se refirió al asturiano, y volvió a dejarse en evidencia. “Si Villa está en el Valencia es por una gestión de mi equipo. Lo lógico sería que Villa jugase en el Real Madrid”, se atrevió a decir. ¿Qué tendrá el poder que obliga a gente como el empresario madrileño a ponerse medallas que ni siquiera han visto? A veces, conviene no confundir la lógica con tu deseo personal, señor Ilusionista. Porque Villa le hizo caso a ambos, corazón y sentido común, para renovar con el Valencia. Implicación, lo llaman algunos. Otros, que a estas alturas de la película siguen sin saber lo que significa ese vocablo, siguen sin entender por qué el asturiano sigue en el Valencia marcando goles y aumentando su leyenda.

Señor Ilusionista, olvide al Valencia. Déjese de buenas palabras y justificaciones al decir que “el primer equipo de mi padre era el Valencia y luego el Madrid, y el mío era primero el Madrid y el segundo el Valencia”. Su capacidad para juguetear con las ilusiones y expectativas de los aficionados puede que le sirva encima de un escenario, o en la capital de España, pero no en el mundo real. En Valencia, la gente no le recuerda con cariño, por si no se ha dado cuenta. Y, de hecho, seguimos esperando. ¿Qué fue de la promesa de regresar a esta ciudad con el dinero necesario para comprar las acciones? Ya lo dice el refranero: “se pilla antes a un mentiroso…”.