Portada / UEFA

Equilibrismo sin red

Ver todas las noticias de Bruno Saltor, David Villa, Unai Emery

El Valencia jugó con fuego durante toda la segunda mitad en Italia... aunque, al final, logró clasificarse como primero de grupo. Opina sobre esta crónica.

Dijo Emery tras el partido que la victoria todavía tenía "más mérito" por haberla conseguido ante el Génova, un equipo aguerrido como local. Que, al final, lo importante es el resultado: "Estamos muy satisfechos porque queríamos estar en la siguiente fase y lo estamos", aseguró. No le falta razón: en el fútbol, los resultados dictan sentencia, y ayer el Valencia ganó en territorio enemigo. Sólo hay un pequeño, pequeñísimo pero: durante cuarenta minutos, el equipo estuvo a un gol de caer eliminado en la fase de grupos de la Europa League. Y eso, visto lo visto, ya es suficiente motivo para preocuparse.

El inicio de la travesía del equilibrista valenciano sobre el precipicio europeo, sin red de seguridad para frenar el batacazo, fue demasiado ajetreado. Fue una primera parte accidentada, con dos lesionados en el Génova y uno y medio en el Valencia. Marchena se fue antes de tiempo por un golpe en su cadera, y Albelda vio su rendimiento mermado por un patadón en el rostro que le dejó la cara como un mapa. Primera decisión controvertida de la noche: Emery dio entrada a Maduro cuando Baraja estaba disponible en el banquillo (Unai había descartado a Fernandes en la última criba). En el puesto de centrocampista, tan delicado para el equilibrio del equipo, el técnico puso por delante a un futbolista falto de minutos y ritmo competitivo. Sin medias tintas: Emery ha perdido la confianza en el "Pipo", una circunstancia incomprensible para quien esto escribe.

Con todo, la primera mitad acabó con sabor a victoria: un centro al área fue peinado por Bruno en la frontal, el balón hizo una extraña parábola y se coló en la meta de Scarpi. Golazo, de "churro", pero un auténtico golazo que le vendrá fenomenal al catalán para reafirmar su autoestima tras un par de partidos por debajo de su nivel.

Tras el descanso, el despelote: minuto cinco, un rechace de la defensa genovesa cae a pies de Crespo, el asistente no señala el fuera de juego y el argentino define con clase. Empate a uno. Los huevos por corbata, como quien dice, porque el Lille estaba aplastando al Slavia. Un tanto de los italianos dejaba fuera al Valencia, y quedaban por delante cuarenta minutos de partido. Muchos se temían lo peor, incluso Unai, absolutamente fuera de sí en el área técnica dando instrucciones y aspavientos a partes iguales.

Tocó apretar el culo, resguardarse atrás, rezar cualquier oración conocida y aguantar Sin ideas en ataque, con un centro del campo desmembrado y con apuros en defensa, sólo la salida al campo de Pablo dotó al Valencia de algo de claridad. Lástima que se produjese muy tarde, en la recta final del choque, porque en una de las primeras conexiones entre el castellonense y Joaquín, el gaditano sufrió un penalti de libro. Villa agarró el balón... y erró la pena máxima. El cuerpo pedía marcha, y con algunos minutos todavía por delante, alguno había decidido ya apagar la tele o la radio y marcharse a la cama. ¿Para qué sufrir más?

Ese aficionado agotado de tanto vaivén se perdió el "regalo" de Scarpi, ese amigo que siempre te ayuda en los momentos difíciles y que ayer dio en bandeja a Villa el 1-2 final. Locura entre los chés, la decepción más absoluta en los locales y Emery que celebraba la victoria como si le fuese la vida en ello. No era para menos: el equilibrista, pese a algun que otro empujón desafortunado de su entrenador, pudo atravesar a duras penas el precipio, tras estar a punto de caer en varias ocasiones (empates en Mestalla ante el Lille y el Slavia) y contar con una buena dosis de fortuna. Pero el mal trago no nos lo quita nadie.