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Se mira, pero no se toca

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El partidazo de Silva sirvió para desesperar a rivales y poner los dientes largos a Florentino y sus palmeros mediáticos; Vicente y César, las otras estrellas de la noche ante el Athletic. Opina sobre nuestra crónica.

"Florentino, son 40 millones... o más". Ese era el pensamiento del aficionados chés cuando ayer abandonaron Mestalla, henchidos de satisfacción ante la trabajada victoria de su equipo y, tras muchos ladridos desde la capital de España, un gran partido de David Jiménez Silva. El canario, que hasta donde sabemos no tiene antepasados orientales (así lo aseguraron en el panfleto ultramadridista hace unas horas), sacó la varita mágica para anotar un primer tanto lleno de oportunismo, y un segundo gol repleto de calidad en cada uno de los gestos técnicos que sirvieron para sentar a un par de defensas y colocar la pelota lejos del alcance de Gorka Iraizoz.

Silva prefiere "pasar" de todo, ponerse "una coraza" y sólo hablar de su equipo sobre el terreno de juego. Una postura que podría yuxtaponerse a la de Manuel Llorente, un presidente especialista en escabullirse e las reporteras que le persiguen, de forma consentida, por los palcos de los campos de España. Ayer tocó enfrentarse a la televisión valenciana, y de nuevo Llorente habló de veranos calurosos, cumplimiento de objetivos y demás milongas para no abordar claramente el futuro de Unai Emery. Y estamos en la segunda quincena de abril. Algo huele raro.

Sobre el césped, hubo poca historia. La labor de desgaste del Valencia, con Vicente como inesperado cabecilla en las acometidas del primer tiempo, fue haciendo mella en un Athletic que nota demasiado el hecho de juegar fuera de San Mamés. El "patapum parriba" de Caparrós hacia Llorente, con Toquero ausente por lesión, fue demasiado previsible y sencillo de defender, aún con una defensa cogida con pinzas. Los de atrás cumplieron con sobriedad, los de arriba también, y sólo Banega y Baraja pasaron desapercibidos en un primer tiempo en cuya recta final Silva adelantó al Valencia con un remate en boca de gol típicamente "ratonero".

Tras el paso por vestuarios, los de Emery salieron con menos frescura al césped, pero con las ideas más claras. Con Vicente y Joaquín pegados a las líneas de cal, abrir el campo acabó por desesperar al Athletic, incapaz de robarle la posesión del esférico a los locales durante muchos tramos del segundo tiempo. Luego, Silva se inventó de la nada el segundo, y el partido murió sin mayor drama. El Athletic bajó los brazos, Unai aprovechó la coyuntura para rotar y dejar que Mestalla ovacionase a Vicente y a un Bruno monumental (¡menudo par de bemoles puso el catalán!) antes de que cada uno se marchase a casa pensando que la Champions está más cerca, la tercera plaza al alcance de la mano... y de que Silva vale mucha pasta. Florentino, toma nota.