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Sorpresa mayúscula. Esa fue la reacción de la grada valencianista, y de todos los medios de comunicación presentes, al enterarse del once titular que Unai Emery tenía pensado poner en liza ante el Osasuna. Villa iba a ser titular. No hacía ni 72 horas que el asturiano se retorcía de dolor sobre el patatal de Dos Barreiros, acunando en sus manos su dolorido tobillo izquierdo, y ya iba a volver a pisar un terreno de juego.
El “Guaje” quería jugar a toda costa, Unai no quería prescindir de su delantero estrella y el cuerpo médico no puso objeciones. Todos de acuerdo. De hecho, Villa jugó los noventa minutos sin ningún problema aparente. Pero Emery aprendió una valiosa lección en Funchal: poner a Morientes junto al asturiano asegura una mayor cantidad de trabajo y espacios en la punta del ataque. Con Silva fuera de combate hasta principios de 2009, el vasco tiene que empezar a buscar alternativas a su 4-2-3-1 clásico. Y con dos partidos de probaturas a sus espaldas, Unai debe estar contento: con Silva lesionado y Villa renqueante, el resto de sus futbolistas están respondiendo a la perfección.
El Valencia empezó a forjar su “anecdótico liderato” (como lo llamó Emery tras el partido) desde la retaguardia. Con la defensa titular, y con Renan paseándose tranquilamente en su área, el Valencia apenas concedió ocasiones de gol. Albiol volvió a hacer pareja en el centro de la zaga con Alexis Ruano (recordemos que en Madeira fue Helguera el que puso el miedo en el cuerpo a Renan en cada aproximación de los portugueses), y el equipo lo notó. El de Villamarxant celebró cien partidos con la camiseta de la mejor manera posible: manteniendo la portería a cero.
Unai tenía claro que un equipo “pegajoso” como Osasuna, bien organizado y con su centro del campo muy poblado, iba a requerir de “paciencia” para ser desactivado. El de Hondarribia apostó por el juego de toque y desmarque, y optó por relegar a Albelda al banquillo y dar entrada a un doble pivote con Edu y Manuel Fernandes. Una pareja inédita en la creación, pero que tuvo una actuación notable. Destacó el joven portugués, cuyo papel el año pasado sobre el terreno de juego dejó mucho que desear (y no hablemos de lo que hizo fuera del césped…). Fernandes parece otro, su físico empieza a ser imponente y consigue abarcar gran cantidad de espacio a la hora de robar balones. Luego, su calidad y visión de juego le permiten ser el catalizador del juego valencianista. Poco a poco, si Emery le sigue dando minutos, podríamos estar asistiendo al nacimiento del sucesor de Baraja en el mediocampo ché.
Pero el fútbol no es nada sin gol. Y eso fue lo que el Valencia se pasó 83 minutos buscando sin acierto. Osasuna hizo su partido, perdió tiempo, interrumpió el juego y consiguió neutralizar los intentos de Villa, Mata y Joaquín por penetrar en el área. Morientes se pasó todo el partido peleando con los centrales rojillos, y tuvo que ser sustituido por Angulo mediada la segunda parte. El “resultado gafas” parecía inevitable… hasta que aparecieron los “jugones” blanquinegros. Balón que Villa recibe en el borde del área, caracolea y retrocede unos metros, levanta la cabeza y manda una asistencia bombeada a Mata, que le gana la espalda a su defensor. El burgalés, sin dejarla caer, acomoda su zurda y la empala con el interior. Pase de genio, definición de “killer”. Un golpe que los de Ziganda, que ya se veían con un puntito en el zurrón, no pudieron contrarrestar.
El partido del burgalés no es casualidad. Quizá aquellos que no sigan el día a día del equipo se sorprendan de ver a Mata como estrella del partido. Nada más lejos de la realidad: por decirlo en pocas palabras, la temporada pasada “Juanín” se salió. Y este año ha empezado como un tiro. De hecho, el día que Silva y Villa no están acertados, siempre es el habilidoso zurdo el encargado de salvar los muebles. Hoy ha sido otro capítulo más… y seguro que no será el último. Indiscutible con la sub-21, Del Bosque tiene sus ojos puestos en Mata. Si sigue a este nivel, le veremos con la selección absoluta mucho antes de lo que pensamos.
El Valencia es líder de la Liga. Circunstancial, sí, porque sólo llevamos tres fechas disputadas. Pero los argumentos que presenta son sólidos: defensa solvente, mediocampo flexible y juventud y mucho gol en la punta de lanza. Y todo esto, sin Silva, Vicente, Marchena y Baraja (lo de Hildebrand ya parece caso cerrado, y Emery le ha hecho definitivamente la cruz). Y la clave de todo está en Emery, un técnico con ideas muy definidas pero que, debido a las circunstancias, está aprendiendo a flexibilizar su esquema y a improvisar. Características que, cuando se es entrenador de un equipo grande, son claves para llevarse la victoria.
Cualquier equipo de los fuertes de la liga ayer nos habría dejado con el trasero al descubierto.
Antenízate