Articulo

Intrahistoria: así fueron las últimas horas de Dalport

Sobre las nueve de la noche llegamos a la sede de la Fundación VCF, sita en la Avenida de Suecia y justo en frente del Camp de Mestalla. En aquel momento, podían contarse los periodistas presentes con los dedos de la mano. El movimiento en la Fundación era nulo, así que el partido de baloncesto entre España y Lituania (que pudísteis disfrutar en laSexta) nos sirvió de perfecta excusa para refrescarnos en un establecimiento de la Plaza de la Afición e ir haciendo tiempo hasta las doce de la noche. Lógicamente, tras la información que se hizo pública ayer, el tono de la conversación era muy distendido: todos los indicios apuntaban a que Dalport no haría acto de presencia.

Poco después nos trasladamos hasta la misma puerta de las oficinas. Los temas de conversación seguían apareciendo: la desesperación de Soriano, la aparente despreocupación de Soler mientras descansaba en un yate en aguas de Ibiza, o las diferentes formas en que Dalport podría aparecer esta noche (en coche, en helicóptero…). Al hilo de esto, servidor comenzó a tirar de fonoteca y, gracias a las maravillas de la tecnología, pudimos escuchar algunas de las frases del verano: la del “bluff”, la de Vicente Rubio en la que aseguraba “pegarse un tiro” si no salía la operación… Frases que pasarán a la historia de la actualidad valencianista.

Eso sí, siempre vigilantes y con los cinco sentidos en controlar si alguien hacía acto de aparición en la Fundación. Hubo un par de falsas alarmas, para qué vaos a negarlo: varias personas hicieron acto de presencia, pero no para poner 46 kilos sobre la mesa, sino para comprar acciones. Los últimos fueron, pasadas las once de la noche, una pareja joven que acudió en compañía de su perro, un pastor alemán. El can, por cierto, andaba algo nervioso e inquieto en las afueras de la sede (dicen que los perros huelen el peligro…).

Las bromas se sucedían entre los periodistas, cada vez más, y miembros del departamento de comunicación del club. Poco a poco comenzaba a llegar más gente: pasadas las 23:30 horas hizo acto de presencia el vicepresidente, Javier Gómez, que se unió a la conversación en marcha. Tranquilo y relajado, no alcanzaba a comprender cómo se había montado semejante montaña de desinformación para, al final, que Dalport desapareciese en una tranquila noche de viernes en agosto. Minutos después llegaba el presidente, Manuel Llorente, acompañado del “dircom” Damiá Vidagany. Ya estábamos todos: ahora, sólo quedaba esperar a la medianoche.

Una espera amenizada por la presencia de un corrillo de lo que en un principio parecían curiosos, que se apostaron también en la puerta de la sede para ver si “Dalport viene o no”. Poco después descubrimos que se trataban, todos ellos, de trabajadores del club, que se marchaban de copas y querían antes pasarse por su lugar de trabajo a ver si todo continuaba igual… o todo se había puesto patas arriba.

A las doce menos tres minutos, nos dieron permiso para acceder al interior de la sede de la Fundación. Pasaron unos minutos mientras preparábamos cables, micrófonos y grabadoras. A las 00:01 horas Manuel Llorente comenzó su comparecencia ante los medios. Luego entró en directo para diversas emisoras nacionales. Se nos hicieron, entre unas cosas y otras, casi la una de la madrugada allí dentro.

Con todo el pescado vendido, ahora sí, los signos de tranquilidad eran más que evidente. Salimos a la calle, y la conversación comenzó a girar en torno al futuro de la ampliación, a lo que ocurrirá ahora… A Soriano se le mencionó de pasada; también a Juan Soler. Ambos han  perdido, desde hoy, una auténtica fortuna en acciones como justo pago por su incompetencia y ganas de marear la perdiz.

Pero el trabajo de Llorente no había terminado: un trío de extranjeros, de nacionalidad inglesa, pasaba por delante de la Fundación, que cerraba en ese momento su persiana metálica (como puede verse en la imagen). Una de las “guiris” se acercó a Manuel Llorente, y le preguntó por el emplazamiento del Bar de Manolo el del Bombo… y el presidente se fue unos metros para indicarle el lugar. La noche en que teníamos que saber si Dalport pondría o no los 46 millones de euros sobre la mesa terminó de forma igualmente surrealista: con Llorente guiando a un trío de “guiris” hacia el Bar de Manolo… que llevaba un par de horas cerrado. Esto es Valencia.