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Los "palos" frenan al Valencia

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Los ché se toparon con un equipo local muy agresivo y en ocasiones traspasando la línea que separa lo legal de lo antideportivo; en una semana, Mestalla dictará sentencia. Opina sobre esta crónica.

¿Recordáis aquel famoso anuncio de una marca deportiva en el que un equipo de demonios se enfrentaba a alguno de los mejores futbolistas del momento? Por instantes, el choque de ayer en el Jan Breydel tuvo todos los ingredientes de aquel dantesco espectáculo: patadas, "tijeras" a la altura de los tobillos, codazos, empujones... Por desgracia no había un Cantoná para sacar a los ché del atolladero. Todo lo contrario: Silva, hastiado de "cobrar" de forma indiscriminada en sus tobillo, trató de hacer pagar a Hoefkens todas las tropelías cometidas en un arrebato de furia en forma de patada voladora.  La "ida de olla" del canario fue demasiado evidente: segunda amarilla y a la calle. Y aún habrá que dar gracias de que no fue roja directa.

El Brujas, además de juego duro, puso más ganas sobre el maltrecho césped del Jan Breydel. La consigna era clara: cortar de raíz cualquier atisbo de juego elaborado por parte valencianista. La diana estaba en Villa, Joaquín, Mata... pero sobre todo en Silva. No se puede justificar de ninguna manera, pero en las más de cinco entradas al tobillo se puede encontrar cierta explicación a la desaforada reacción del canario en la segunda mitad. Minutos antes Hoefkens, el central del Brujas se encargó de astillar el tobillo de Mathieu en mil pedazos, ante la pasividad del francés Tony Chapron.

¿El juego? Poquita cosa. Sólo un disparo de Villa al palo en el primer tiempo consiguió inquietar levemente a los locales. Un par de buenas paradas del guardameta belga ayudaron a los suyos a mantener el empate a nada... hasta que Moyà volvió a pifiarla. Dudar de la actitud e implicación del mallorquín sería una soberana estupidez, sólo comparable a negar que, hoy por hoy, se trata de un portero sin confianza en sí mismo. Con dudas. Y esas dudas, en la más alta competición, cuestan goles e incluso eliminatorias. Difícil papeleta para Unai: si se lo "carga" la semana que viene de la alineación sería el equivalente a un asesinato futbolístico... pero, ¿y si juega Moyà y vuelve a cometer un error?