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Subidón de moral y goles

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Con un juego brillante durante muchas fases del encuentro, el Valencia dominó de principio a fín el derbi regional. De no ser por Diego López y los linieres, el resultado hubiese sido de escándalo. Opina sobre esta crónica.

En veladas como la de ayer, lo fácil (y lo normal) sería quedarse con la goleada al Villarreal, eterno rival de un tiempo a esta parte y, porqué no decirlo, equipo al que se le tenía muchas ganas en Mestalla. Cuatro goles como cuatro soles que pudieron ser muchos más, de no ser por la gran actuación de Diego López y por el arbitraje perpetrado por Undiano Mallenco y sus asistentes de banda.

Pero en elValencianista.com somos inconformistas, y preferimos centrarnos en los pequeños detalles que, en veladas como ayer, pasarían inadvertidos. Por ejemplo, la bronca que se formó en la grada tras la sustitución de Banega por Marchena. Ya hemos advertido en alguna ocasión que Emery no conecta con la gente: ayer, el técnico unió a su histrionismo habitual en la banda un aparente desinterés en ganarse el favor de la gente. Para que no se diga, los cambios estuvieron bien. Más que bien, incluso. Pero Emery no fue astuto a la hora de modificar sus piezas sobre el césped. Un partido como el de ayer pedía que, a la hora de sustituir al argentino, Unai diese entrada a un jugador de corte similar. Lástima que Baraja y Fernandes estuviesen viendo el partido desde el palco.

Esa es otra de las cuestiones que seguiremos atentamente a lo largo de la semana: la configuración, incomprensible, de la convocatoria ante el Villarreal. Fernandes pasó en un santiamén de ser titular en Riazor a no ir siquiera convocado; lo de Unai con Baraja daría para escribir un libro; y luego queda el asunto de Dealbert... Con decisiones como la de ayer o la del pasado miércoles en A Coruña, el técnico está "cargándose" al futbolista, minando la confianza del que para muchos ha sido el mejor central en lo que llevamos de temporada. El jugador, como es lógico, está jodido: no tanto por quedarse fuera de tres choques consecutivos, sino porque el entrenador no le ha ofrecido ningún motivo concreto para justificar sus ausencias. Todo apunta, por tanto, a que Dealbert paga los platos rotos por el error cometido en la ida copera ante el Depor. Y eso no es justo, porque Emery no se atreve a pasarle cuentas a otros con más peso en el vestuario por errores todavía más graves. Como siempre, los dobles raseros son peligrosos.

Al tomate: el partido fue vibrante. De ida y vuelta en los primeros minutos, con el premio gordo reservado para un pequeño argentino que se ha ganado el favor de los aficionados con la excepcional temporada que está realizando. Hace no demasiadas semanas, un entrenador de la escuela del Valencia comentó que la transición de Banega de buen jugador a crack mundial llegaría cuando el rosarino mejorase su disparo de media distancia y empezase a anotar goles. Ayer empezó oficialmente su travesía: primer gol, golazo, del mediocentro con la camiseta del Valencia. Lo celebró como nunca, quizá porque todavía no está acostumbrado. Al tiempo. No olvidó agradecérselo a su compañero Silva, quien le dio la asistencia.

Con el canario en el campo, la vida es maravillosa para Unai. Encuentra soluciones donde otros sólo ven problemas, busca las debilidades del contrario con paciencia y siempre golpea, en forma de asistencia o de gol, en el lugar más dañino. El balance ante el "submarino" fue demoledor: dos goles (uno de ellos, mal anulado tras un cabezazo de Navarro al palo) y dos asistencias. Dos también fueron los goles de David Villa, no tan obsesionado por buscar la portería como en otras jornadas. Su paciencia tuvo recompensa. Jugar alejado del área, además, le sirvió para amargarle el debut en un campo importante al jóven Kiko, que se vio superado por Villa en velocidad en la jugada del 1-0 y que, poco después, perdió un balón y cometió una falta infantil que le valió la expulsión. ¡Vaya día!

Ni siquiera la charlotada al unísono entre César y Alexis, "regalito" aprovechado por Nilmar, sirvió para empañar la actuación del Valencia. En la segunda mitad, Emery dosificó a algunos de sus jugadores, Pablo volvió a jugar tras su lesión... Sólo los pitos en el cambio de Banega enturbiaron el ambiente: la gente quería más, siempre lo hace. Unai tendrá que darse cuenta de esto algún día. Pero ayer no era día para silbar por nimiedades. No con un 4-1 ante el antaño potente Villarreal. La tercera plaza está hoy un poquito más amarrada. Y el Madrid, a tiro. Obviando el lunar de la Copa del Rey... ¿se puede pedir más?