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El Valencia, amenazado por el concurso de acreedores

Nunca jamás el Valencia Club de Fútbol ha vivido crisis tan profunda
como la actual. En cualquier momento podría producirse una catástrofe
tan enorme que tal vez sería casi imposible recuperarse de la misma. El
club padeció la travesía del desierto con el descenso a Segunda, hecho
infamante y salió de ella de la mano de gente de bien y buenos
gestores. En la actualidad todos los pronósticos apuntan a lo peor.

Juan Soler triplicó la deuda del club y ahora parece que se ha puesto
farruco. Cualquier accionista podría acudir a los tribunales acusándole
de delito societario y administración desleal. Tomó decisiones en
perjuicio del club y, pese a lo que diga, lo vació de contenido
patrimonial. Triplicó la deuda que, como está constatado, no se puede
asumir y con ello ha puesto la sociedad en riesgo.

Desde el punto de vista del aficionado hay que comenzar a plantearse si
el club puede mantener la nómina actual. Los hechos han confirmado que
no puede permitirse lujos. Por muy doloroso que ello resulte, los
socios deben hacerse a la idea de que estamos de nuevo en situación
dramática y hay que acomodarse a los tiempos.
Cuando Arturo Tuzón tomó el mando del club se hizo el equipo con los
dineros posibles. Había una deuda de 1.000 millones de pesetas,
entonces cantidad muy importante. Quienes le cantaron aquello de
“Arturo saca los duros” fueron quienes le amargaron la vida y
aplaudieron acciones desmesuradas como la de pretender fichar a Romario
por 1.000 millones de traspaso. Curiosamente, éste jugador fue al Barça
por 600. Por aquellos polvos comenzaron a llegar los lodos.

En el fútbol hay demasiadas gentes que tocan el dinero y de ahí los
despilfarros y las administraciones peligrosas y hasta fraudulentas.
Pretender lo que no se puede alcanzar por la vía natural trae
consecuencias funestas como la actual. El Valencia anda en lenguas como
club comparable a los que han protagonizado hechos vergonzantes. Y no
es sólo un club de fútbol. Con él, y tras él, están los sentimientos de
millones de personas que viven angustiadas por lo que puede suceder.
Está al borde de la quiebra y cualquier acreedor, con menos problemas
de imagen que Bancaixa, podría solicitar concurso de acreedores. A la
entidad crediticia tal solución no le beneficiaria y por lo tanto, por
si pudiera darse tal situación, le debe urgir poner manos a la obra.
Vicente Soriano podría decirle a Juan Soler aquello de “imposible lo
habéis dejado para vos y para mí”. La solución, tras los misteriosos
anuncios de Soriano, está en manos de terceros.
La pregunta del millón es simple: ¿Se irán de rositas los culpables?

fuente:Levante-EMV digital