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"El Pisha" vuelve a lo grande en Alcoy

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"Aunque muchos me quieran enterrar van a tener que hacerlo vivo porque muerto no lo van a conseguir". Joaquín la llevaba guardada, y hoy la ha dejado salir. El gaditano, que reaparecía esta noche tras tres semanas apartado de la línea de fuego por un problema muscular, ha respondido de esta manera a aquellos que han aprovechado el excelente estado de forma de Pablo Hernández para menospreciar el trabajo de "el Pisha". No es para menos: Joaquín ha hecho un gran partido, culminado con un golazo que, como las buenas faenas toreras, destilaba arte por los cuatro costados.

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El gaditano ha sido el más enchufado en una velada algo insulsa, impropia de la emoción copera. Ha contribuido el frío ambiente en El Collao, lejos del lleno absoluto y la olla a presión que se preveían en Alcoy. De ello se contagió el conjunto de Paco López, que puso ganas, trabajo e ímpetu encomiable... pero poca mordiente en ataque. Con este panorama, el Valencia hizo los deberes: ganar y dejar la mejor imagen posible.

Llamó la atención la desigualdad con la que algunos futbolistas blanquinegros aprovecharon la oportunidad de reivindicarse. Moyà combinó un par de paradones con rechaces peligrosísimos para sus defensas. En el lado opuesto, Del Horno recuperaba sensaciones con minutos sólidos en defensa (tras seis meses parado, no hay que pedir peras al olmo) y Jordi Alba se inventaba el pase para el 0-1 de Joaquín. El catalán fue incisivo por la izquierda, y sólo le faltó mayor descaro a la hora de desbordar. Sobre Dealbert, soberbio, igual de concentrado ante un Segunda B que ante el Barça, poco más se puede añadir a estas alturas.

Mención aparte para los delanteros. Ambos lo intentaron, sí; pero están lejos, muy lejos, de las prestaciones de un David Villa que se pasó toda la segunda mitad, mientras calentaba en la banda, firmando autógrafos en una sesión de firmas multitudinaria. Miku dispuso de un mano a mano que Maestro, el mejor de los locales, desbarató con maña; y Zigic, aunque voluntarioso en el juego aéreo y un seguro a la hora de defender los balones parados del Alcoyano, también falló una ocasión bastante clara en la segunda parte.

El partido, en definitiva, terminó como le gusta a Unai Emery: con la portería a cero, y con victoria para el Valencia. En esta Copa de locos, algo tan sencillo a veces puede convertirse en una misión imposible. Que se lo pregunten al Madrid...