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El domingo, todos seremos Baraja

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El próximo domingo se cerrará uno de los capítulos más gloriosos de la historia del Valencia Cf: tras diez temporadas, Rubén Baraja dirá adiós ante su público... tras atravesar una de las semanas más complicadas de su carrera. ¿Se ha portado mal el presidente con Baraja?

Su doblete ante el Espanyol, una remontada que dio al Valencia de Benítez su primera Liga. Sus cabezazos, inapelables, que solían encontrarse con el fondo de la red. Cambios de orientación de cuarenta, cincuenta metros, siempre al pie de su compañero. Aquella falta lanzada con violencia que Ustari no supo blocar, y que Morientes empujó para marcar el 3-1 de la final de Copa ante el Getafe.

Son todos "momentos Baraja", pinceladas de uno de los futbolistas más laureados de la historia del Valencia. La mitad de aquel histórico doble pivote que los aficionados blanquinegros jamás olvidarán. Un futbolista total, tan comprometido en labores de contención como potente para llegar desde segunda fila, con gol, con visión de juego... y con pundonor. Una implicación fuera de toda duda. Un hombre de club.

Nunca sabremos la cantidad de puñaladas que se dieron hace dos años, cuando Koeman campaba a sus anchas por el vestuario del Valencia con el silencio cómplice de Juan Soler. Sí sabemos que tres futbolistas históricos fueron apartados... y que alguien tenía que encargarse del "marrón". De tomar las riendas de la nave y guiarlas a buen puerto, o al menos, evitar que se hundiese hasta la Segunda División. Y fueron dos hombres de peso los encargados de hacerlo: Carlos Marchena... y el "Pipo" Baraja. Era un trabajo sucio, ingrato, pero alguien tenía que hacerlo. El precio: un tremendo desgaste y ser etiquetados como "hombres del presidente". El resultado: Baraja renunció al brazalete de capitán... pero el equipo se salvó y, de postre, ganó una Copa del Rey.

Este domingo, la historia de amor entre el Valencia y el "Pipo" escribirá su epílogo en Mestalla. Un día especial, empañado por las formas empleadas por el club para decir adiós a uno de los más grandes. El propio Rubén nos contaba hace un mes que, en el Valencia, "los jugadores históricos siempre se marchan por la puerta de atrás". Y tanta razón tenía que, hace unos días, él fue el damnificado por esta ausencia de tacto. Pese a que ya se imaginaba su adiós, el "Pipo" siempre esperó a que el presidente, o el director deportivo, se lo comunicasen en persona. En privado. Sin luz y taquígrafos. Las declaraciones de Llorente a Canal Nou fueron todo lo contrario. Una falta de respeto televisada en "prime-time".

A Llorente se le darán muy bien los números y los recortes financieros, pero su ausencia de cariño y detallismo en estos asuntos es preocupante. Ya ocurrió con Angulo, marginado el pasado verano y al que se le dijo adiós sin ningún tipo de fastos, en la sala de prensa de Paterna y casi en voz baja. De no ser por la metedura de pata de Llorente el pasado sábado en El Madrigal, quizá la despedida del "Pipo" hubiese seguido el mismo camino.

Pero ahora, la afición ya se ha movilizado. El domingo será el día del "Pipo". Ante el Tenerife, todos seremos Baraja, como rezaba aquel mítico anuncio que causó furor hace un lustro. La última jornada servirá para rendir tributo a uno de los mejores jugadores que ha vestido esta camiseta. Un jugador tan grande, tan histórico, que ni los menosprecios de los últimos días podrán empañar su trayectoria como blanquinegro. Mestalla cuidará los detalles que sus dirigentes parecen despreciar. Para estas cosas, la afición siempre da la talla.