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Punto de inflexión... ¿o no?

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El debate está en la calle: ¿debe siempre el Valencia jugar, al menos en casa, con dos delanteros? A tenor de los resultados del equipo, la respuesta es un rotundo "sí". Pero las circunstancias de la temporada y, sobre todo, un entrenador de ideas fijas pueden evitar que lo veamos cada quince días en el césped del coliseo blanquinegro. Opina sobre la crónica.

Hablando de césped, alguien debería hacerselo mirar. Mestalla daba pena. O más bien, vergüenza. A través de la televisión nacional, toda España pudo ver que el césped del estadio está hecho polvo. Una porción de los 800.000 euros que el Valencia ingresó por su victoria ante el Rangers podría dedicarse a estos menesteres. Así lo han hecho los otros dos equipos Champions de nuestro país, Madrid y Barça, que arrancaron la campaña con problemas en el césped de sus respectivos estadios. Cierto es que la economía valencianista no es tan bollante... pero algo hay que hacer, porque el riesgo de lesión al jugar en unas condiciones como estas aumenta exponencialmente.

Dicho esto, hablemos de fútbol. Porque ayer sí se vio fútbol en Mestalla, aunque la mayoría del público lo hiciese por televisión. Con la grada semivacía y al 50% de su aforo, pareció ver un Valencia menos agarrotado que en otros partidos, con menos ansiedad. Ayudó que el Rangers viniese descaradamente a colgarse del larguero, con cinco defensas que casi se fusionaban con los cuatro centrocampistas de tanto achicar espacios. También, sin duda, que Emery apostase, casi por obligación, por "jugársela" con dos puntas.

Vale ya de hablar de sistemas, por favor. Igual que los entrenadores deben gestionar un vestuario, plantear los partidos, modificar el dibujo si las cosas se tuercen... también hay que recalcar que al fútbol juegan los futbolistas. Y cuando pones a los que más en forma están, aunque vayas en contra de su filosofía de juego habitual (Emery y su enamoramiento perenne de 4-2-3-1), las cosas rodarán. Aduriz y Soldado, gracias al cielo, se entienden a la perfección. Escorado a banda izquierda, Mata hace mucho más daño que en el centro. En la derecha, Joaquín atraviesa un momento dulce. La suma de todos ellos equivale, en la mayoría de casos, al triunfo.

"Abrir la lata" fue lo más complicado. Una vez con el marcador a favor, el equipo se "soltó" y empezó a maquinar en la parcela ancha. Destacable el trabajo de Albelda en la destrucción (dio más patadas en un sólo partido que en toda la temporada) y de Banega, quizá demasiado libre de marcaje, en labores de creación. En el segundo tiempo, una bonita jugada acabó de nuevo en Soldado, que fusiló por abajo a McGregor y ponía el 2-0. Tiempo de guardar la ropa, con el partido solucionado. Tino Costa, casi al final, anotó el tercero.

No faltaron los sustos en forma de dos disparos al palo del Rangers, pero ayer no era noche para lágrimas. Fue una velada para volver a creer. ¿Punto de inflexión? Quizá, pero habrá que refrendarlo el lunes en el Pizjuán. Y para eso, Emery debe asegurarse de no volver a las andadas y, de nuevo, poner a los que mejor estén. El fútbol es fácil.