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El mismo final de siempre

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Los primeros cuarenta y cinco minutos del Valencia en el Camp Nou invitaban a soñar; sin embargo, una segunda parte más floja ayudó a que el Barça recuperase las buenas sensaciones; Emery sigue sin ganar a un "grande" a domicilio. Opina sobre esta crónica.

La misma historia de siempre. El mismo final, aunque con un guión ligeramente distinto a anteriores ocasiones. Como un capítulo de cualquier serie procedimental, el desenlace acabó con el Barça reteniendo los tres puntos y el Valencia con cara de panoli. Pero, en esta ocasión, los minutos anteriores a tan previsible conclusión nos habían dejado momentos de gozo que deben servir para mirar hacia adelante con optimismo. Aunque el malo de la película, una vez más, haya salido vencedor.

No es buena plaza el Camp Nou para realizar experimentos. Sin embargo, un año más, Emery probó fortuna en su particular "ruleta rusa". No había bala en el cargador, por fortuna para los che. El Valencia jugó, con Mathieu y Fernandes como peones más destacados de medio campo hacia adelante, una de las primeras mitades más completas que se hayan visto recientemente en el coliseo blaugrana.

Con el honor de ser quizá el único equipo capaz de ganar en porcentaje de posesión de balón al Barça de Guardiola, la primera mitad blanquinegra se rubricó de manera inmejorable: gol de Pablo, y el Camp Nou mudo. Lástima que el castellonense llegase poco después ahogado de fuerzas y disparase al muñeco para desperdiciar así otra clamorosa ocasión de anotar. ¿Imagináis que se hubiese llegado con 0-2 al descanso?

Pero no se puede dejar vivo al Barça. Y tampoco se le puede dejar reaccionar a Pep Guardiola, un entrenador inmenso pero, sobre todo, un gran lector de situaciones de partido. El Barcelona salió de vestuarios con la lección, esta vez sí, bien aprendida. Y a las primeras de cambio, Iniesta empató el duelo. Todo el plan de Unai fue por el aire. Y, por desgracia, la reacción llegó tarde y sin acierto. Mientras Topal veía el partido desde el banco, el centro del campo se desmoronaba. Sólo un Fernandes con un pundonor desconocido en él mantuvo el tipo. Mathieu corria arriba y abajo para tapar agujeros, mientras César le amargaba la noche a Villa. El "Guaje" se fue sin marcar.

Quizá los cambios no surtieron el efecto deseado porque llegaron ya con el segundo gol del Barcelona en el casillero. Un centro preciso de Xavi acabó en la red tras el sensacional cabezazo de Puyol. Igual que en el Mundial, "Humpfrey Bogart" sirvió para que "Tiburón" diese ventaja al Barcelona. El gran Andrés Montes sonrió desde el cielo.

Mientras, en la tierra de los mortales, el partido murió con el balón en los pies del conjunto culé. Los de blanco y negro no podían con las botas. Habían corrido demasiado. Habían luchado demasiado. Pero el guión, por unas circunstancias o por otras, tuvo el mismo final de siempre.