Articulo

Temporada perdida

Ojo, que lo de ayer no es más que la punta del iceberg. Todavía resta un partido la semana que viene contra el Athletic, en el que seguramente Mestalla dictará sentencia aún cuando la UEFA está en juego. Un punto le basta al Valencia, pero este equipo es tan imprevisible, cambiante y raro de narices que es imposible asegurar, visto lo visto, que la semana que viene se vaya a plantar cara a un Athletic que no se juega nada más que la honrilla.

La travesía por el desierto arrancó oficialmente ayer. La derrota en El Madrigal da el pistoletazo de salida a una época, que podrá durar más o menos años, en la que los seguidores blanquinegros deberán resignarse a estar lejos de los mejores, una travesía por el desierto deambulando por la zona media de la Primera División. Porque parece que Villa se marchará, que Silva se marchará, que el club dará boleto a muchos de los futbolistas de la actual plantilla y que el club pasará de la primera a la segunda o tercera línea del fútbol español.

¿Qué rescatar del partido de ayer? Que pese al desastre, Villa es un jugador especial por su competitividad, porque pese a verse superado en todo momento por el rival luchó los noventa minutos, cuando la salida fácil hubiese sido dejarse llevar. Su gol fue el premio al trabajo y la constancia, y debe ser motivo de orgullo para los aficionados valencianistas que este JUGADORAZO haya vestido la camiseta blanquinegra durante cinco años. También dieron la cara los de siempre: Marchena y Baraja, todo pundonor, los que rescataron al vestuario de las sombras el año pasado con Koeman en el banquillo, que ayer libraron una batalla desigual en el mediocampo ante los peloteros amarillos.

El resto, para olvidar. Desquiciados seguramente sobre el campo, porque desde el banquillo las órdenes que llegan en las últimas jornadas son erráticas e incomprensibles. Ayer, tras ser barrido tácticamente por Pellegrini (igual que fue barrido por Abel Resino hace siete días), Emery se mostró incapaz para rectificar, para remontar, para ofrecer algo “distinto”. Unai recordó que al fútbol se juega con laterales en el minuto 76, cuando dio entrada a Del Horno. Todo después de que el Villarreal, con un Llorente en estado de gracia y un Cani que ayer recordó al futbolista que tanto prometía en el Zaragoza, hubiese aprovechado el carril izquierdo para amargarle la noche a Alexis y fabricar los tres goles.

Pero no cometamos el error de pensar que la Champions se escapó ayer. Ni la semana pasada en el Calderón. Ni echemos en falta a jugadores como Silva o Manuel Fernandes, que aportan muchísimo al juego del equipo. Estos son partidos en los que, francamente, se puede perder porque el rival puede ser mejor que tú. La Champions, esos ocho millones de euros (como mínimo) que tan bien vendrían al club, se perdió en plazas como Montjuic. O el Reyno de Navarra. O Los Pajaritos. O el ONO Estadi. O en el mismo Mestalla, ante el Valladolid. Para hacer el símil universitario, ayer el Valencia acudió a la quinta o sexta convocatoria sin haber estudiado. Así nos fue.

La conclusión es clara: hemos perdido la temporada. En Liga, peleando en la última jornada por entrar en la UEFA. En UEFA, eliminados por un Dynamo de Kiev que llegó a la semifinal de este torneo. Y en Copa, cayendo en cuartos con un Sevilla que estaba lejos de su mejor nivel. La temporada pasada se terminó décimo, y con una Copa del Rey bajo el brazo. A efectos prácticos, estás igual que hace 365 días. Y todo con una plantilla que se desbandará este verano debido a la crisis económica de la entidad (“Juan, gracias por todo…”). Por suerte para Unai, la salida de tantos futbolistas, la venta de las estrellas, le permitirá configurar una plantilla más “pequeña”, menos potente, de menos calidad. Vamos, una plantilla a su medida, porque este año ha demostrado que el traje le queda algo grande. El verano, desde luego, se presenta movido.