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Chicharito golpeó al VCF con la "ley del fútbol"

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"Quien perdona, lo paga". Cuatro palabras grabadas a fuego en los cerebros de aficionados, jugadores, técnicos y gente de fútbol. El Manchester, a su manera, recordó al Valencia que la Champions es la Champions por algo. Opina sobre esta crónica.

Quizá por su amplia experiencia internacional, o puede que por el buen vino que suele degustar. El caso es que Sir Alex Ferguson plantó a su equipo en el césped de Mestalla con las ideas diáfanas y el chocolate espeso. Con dos líneas de presión muy juntas para taponar la salida de balón del Valencia, la acumulación de hombres en la medular sirvió para "enmarronar" un partido que, por encima de todo, no debía alocarse en su tramo inicial. El Valencia arranca siempre los partidos con mucho ímpetu. Ferguson lo sabía.

Objetivo logrado: el partido, tras una primera media hora con mucho ritmo, decreció en intensidad. Empezaba a tomar color inglés. El Manchester fue creciendo al ritmo que la capacidad de trabajo del doble pivote valencianista decrecía. Chori Domínguez, con una nueva oportunidad concedida por Unai bajoel brazo, demostró estar "out" a día de hoy. Sólo Pablo, con una capacidad para desbordar increíble, inquietaba las filas británicas. Sin acompañante en ataque, Soldado era un islote entre dos "troncos" como Vidic y Ferdinand, que defendían cada centímetro como si fuese la mismísima playa de Normandía.

El descanso sirvió para buscar soluciones a la tela de araña plantada por Sir Alex, que tenía en el bote la mitad de la faena. Y las variantes surgieron con el paso de los minutos, aunque quizá los cambios fueron llegando demasiado tarde. Un Chori en estado catatónico a nivel futbolístico dejó su lugar al guerrero Aduriz. Costa, fundido de tanto correr cuando debería tener la pausa y el tiempo necesario para crear, dejó sitio a Fernandes. El portugués, por segundo partido consecutivo, fue de los más destacados.

Sin embargo, el luso erró a la hora de intentar frenar a su amigo Nani, cuya internada por banda derecha desmontó el exiguo balance defensivo che en un visto y no visto. terminó en un centro raso a la frontal del área que Chicharito Hernández convirtió en una maravilla. Su control orientado con la derecha rompió la cintura de Navarro; con la zurda, puso el esférico lejos del alcance de César. Golazo de un jugador que podría ser a día de hoy futbolista del Valencia. No es broma: estuvo muy cerca. Que le pregunten a Fernando. O mejor, que le pregunten a Llorente.

El gol enfrió a la grada. La mató, mejor dicho. La habitual jarra de agua fría en estos casos se convirtió en una barra de hielo que noqueó al Valencia. No había tiempo para la reacción. Ferguson hinchó el pecho con su habitual flema inglesa y socarronería escocesa. Sir Alex le ganó la batalla a un Unai que progresa a pasos agigantados, pero al que todavía le faltan un par de escalones para llegar a ser un grande. Igual que a sus jugadores. El equipo progresa adecuadamente y podemos prever grandes cosas para esta temporada. Pero la ley no escrita del fútbol manda. Ya sabéis: "Quien perdona..."