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El mundo al revés en Ibrox Park

El Valencia jugó su peor partido de la temporada a domicilio, donde hasta ahora se había mostrado como un conjunto fiable y serio... y, aún así, logró regresar a tierras españolas con un valioso punto en el zurrón. Opina sobre nuestra crónica.

Lo que antaño era contundencia, ayer se tornó en blandura. Lo que en partidos anteriores fue una actitud valiente, arriesgada, salir a por el partido desde el primer minuto, se convirtió en un espíritu acobardado por las huestes escocesas, especialmente en el primer tiempo. El Valencia mostró en Ibrox Park su cara más grosera, una patada en toda regla a su libro de estilo esta temporada. No parecía el mismo equipo que, apenas cuatro días atrás, había dominado al Barça en el Camp Nou.

Gran parte de la responsabilidad debe recaer, por fuerza, en la figura del entrenador. Empeñado en seguir adelante con su política de causas perdidas, Emery parece no entender que premiar a un futbolista con atisbos contínuos de rebeldía puede resquebrajar la que, hasta el momento, es una armonía sin precedentes dentro del vestuario. Unai le tiene fe al Chori, de acuerdo, pero eso no debe estar por encima del bloque ni de los resultados.

Se ha demostrado, partido tras partido, que el sistema más eficaz este año implica jugar con ambos delanteros. Era un once de configuración sencilla, pero Unai volvió a retornar a lo clásico debido a su empeño en encajar al argentino, absolutamente fuera de forma y con serios problemas de adaptación a la filosofía del equipo, en la mediapunta. Su entrada, unida al mal partido de Topal y Tino, y a la calamitosa actuación de la línea defensiva en su conjunto, tuvieron el resultado habitual: horas extra de faena para César Sánchez.

El de Coria volvió a ser una puñetera pared con los atacantes escoceses, demasiado timoratos a la hora de apuntillar al Valencia. Para más inri, el autor del tanto local, Edu, anotó un auténtico golazo nada más empezar el segundo tiempo. Lástima que fuese en propia portería, dando la igualada de este modo al Valencia.

Conforme pasaban los minutos, se hacía evidente la necesidad de cambios. No para el entrenador, que aguantó demasiado, esperó demasiado, conservó demasiado. En definitiva, especuló demasiado. Meter a Vicente en el minuto 85, con empate en el marcador y la necesidad de ganar, es un insulto a aquellos aficionados que esperan un Valencia más ambicioso. Ayer no hacía falta. Después de todo, Unai ya había avisado de que el partido era importante... "pero no decisivo". Cosas de entrenadores.