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Primer borrón gordo de Unai en la 2010-2011

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Varios paralelismos y metáforas deben ayudarnos a entender la decadencia del equipo en la última semana; Emery sufrió un "ataque de entrenador" e hizo enloquecer a los futbolistas; los jugadores no deben irse tampoco de rositas. Opina sobre esta crónica.

Una caja de petardos y un niño pequeño. El niño lanza petardos. Explotan. La cosa marcha. Poco a poco, empieza a acortar la mecha de los explosivos, porque ese riesgo aumenta el nivel de adrenalina y hace el juego más divertido. Los petardos siguen explotando sin que el niño sufra daño. Pero cada vez el asunto se vuelve más peligroso. El último de los cohetes lanzados explota tan rápido que el niño se quema ligeramente la mano. Pero, por el momento, sin consecuencias mayores. El niño acorta todavía más la mecha... y, a la siguiente intentona, acaba con una seria quemadura en su extremidad.

Aplíquese esto a las rotaciones que Unai Emery lleva empleando esta temporada en el Valencia. Empezó pronto, en las primeras jornadas, cambiando piezas muy concretas pero sin modificar el dibujo. Funcionó, y los resultados fueron inmejorables. El técnico fue cayendo en la complacencia, y realizando modificaciones de esquema táctico y de jugadores cada vez más arriesgadas. Y el equipo seguía ganando, aunque sin la misma facilidad. Así se alcanzó esta semana, con la sorprendente alineación del Camp Nou (y la derrota tras una mala segunda mitad); el extraño once de Glasgow (en Ibrox Park se extrajo un inmerecido empate); y, finalmente, nuestra "quemadura" importante, la incomprensible alineación con nueve cambios ante el Mallorca. Del resultado, mejor no hablar.

Ayer Emery se "quemó" la mano por no saber medir bien la distancia que separa a un entrenador que sabe rotar piezas de uno que desarma involuntariamente su equipo. El Valencia que vimos en la primera mitad dejó a los aficionados de Mestalla con un regusto más que amargo. Siguiendo con los paralelismos, durante "El Mirador de la Liga" estuvimos comparando el once ante los de Laudrup con una película. Cuando la gente va a Mestalla, busca ver un equipo eléctrico, ofensivo, dominante, con pólvora en ataque. Busca ver "Harry el Sucio", "Terminator" o cualquier película de acción. Sin embargo, el once de ayer fue blando, sin personalidad, sin oficio, con pocas armas para vencer al rival. Un melodrama. Ayer, en Mestalla, la gente se encontró con "Los Puentes de Madison" o cualquier otro pastelón de similar calibre.

El análisis del partido es bien sencillo: la primera parte fue una película de terror, el inicio de la segunda una película de miedo, los minutos intermedios del segundo tiempo un buen film de acción y el tramo final, una peli de suspense. Pero acabó con la muerte del protagonista. Y la derrota se explica con la alineación inicial (error de Unai), el rendimiento de algunos futbolistas (error de los jugadores), un penalti inexistente (error del árbitro) y un buen partido del Mallorca (acierto de Laudrup). Los "palos", repartidos.

Dicen aquellos defensores a ultranza del entrenador, cuyos argumentos consisten en atacar virulentamente a aquellos que ven los errores que Emery comete en ocasiones, que seguro que los anti-Emeristas estaban esperando un batacazo como este para sacar el cuchillo. Nada más lejos de la realidad: a todos los valencianistas les encantaría que el técnico triunfase y el equipo volviese a ser un grande de España y de Europa.

Pero hay que ser claros y no tapar la cruda realidad: el Valencia funcionará mientras ambas variantes, técnico y plantilla, vayan al alimón. Lo visto ante el Mallorca deja entrever que los jugadores no acaban de asimilar los extraños cambios de timón que, a menudo, Emery lleva a cabo. Mientras se toque poco lo que funciona (el 4-4-2 en Mestalla, por ejemplo), el equipo "pitará". Cambiar a cuatro de los cinco jugadores de atrás no funciona. Poner a Banega de mediapunta no funciona. Jugar con sólo un punta en Mestalla, donde los equipos vienen ya descaradamente a cerrar espacios atrás, no funciona. Esperemos que todos los implicados hayan aprendido ya la lección.