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09 de julio de 2009
LA TRAGEDIA DE SUPERGA Y EL ORIGEN DEL CATENACCIO-1949-
La Italia de Mazzola
Corría el año 1949. Faltaba un año para que se disputara la cuarta edición de la Copa del Mundo en Brasil. Una Copa del Mundo dominada hasta entonces por la selección italiana, campeona en las dos anteriores ediciones. Todo hacía presagiar que esta vez no sería diferente, y que los transalpinos volverían a conquistar tan ansiado título. Un Torino repleto de estrellas y jugando un fútbol espectacular, liderados por Valentino Mazzola, padre del mítico jugador interista, Sandro Mazzola, dominaba tanto el fútbol italiano (4 ligas ganadas en 5 años así lo demuestran) como en el europeo. El Toro era el orgullo de italia, aportando hasta 10 jugadores a la selección, convirtiéndose de esta manera en la columna vertebral de la escuadra azzura.
Todo esto cambió un trágico 4 de mayo de ese mismo año, 1949 a las 16:02. Un avión de pasajeros que transportaba a toda la plantilla del Torino y a algunos pasajeros más, se estrelló en Superga, a 20 kilómetros de Turín, contra la catedral de la ciudad. El equipo venía de disputar un partido amistoso contra el Benfica en Lisboa. La tragedia fue absoluta, ya que no se encontró un solo superviviente. Esto no sólo dejó una huella imborrable en el corazón de sus familiares, si no que mermó toda esperanza italiana de conquistar el Mundial de Brasil del año siguiente, y anuló por completo a un equipo campeón, que si no hubiera sido por ese accidente, tal vez ahora la historia del fútbol sería bien distinta. Tal magnitud tuvo el acontecimiento, que Riccardo Carapellese, más conocido como Bala Azul, extremo italiano de gran velocidad y un enorme sentido del gol, convenció al presidente de su club, el Milán, para que le traspasase al Torino para ayudarle a resurgir.
Así dio comienzo el Mundial de 1950, e Italia necesitaba una reestructuración urgente a todos los niveles. Se pasó radicalmente de un juego brillante a otro completamente distinto, en el que primaban el trabajo duro, un sistema ultradefensivo, un marcaje férreo al hombre y las faltas tácticas, una actitud natural en el fútbol cuando te sientas inferior al rival: el catenaccio.
El verrou, en francés cerrojo, como se le conoció inicialmente, fue ideado por el austríaco Karl Rappan, quien lo puso en práctica con el Servette suizo allá por 1932. El sistema consistía en retrasar los dos medios del esquema táctico típico de la época (3-2-5) y utilizar a uno de ellos como líbero y al otro como marcador. Lo dio a conocer mundialmente en el Mundial de Francia de 1938, dirigiendo a la selección Suiza. Más tarde su predecesor en el uso de esta estrategia sería Nereo Rocco, quien lo utilizaría en equipos transalpinos en las décadas de los 40 y 50, como el Pádova, el Treviso o el Triestina, dándole el nombre por el que se le conoce actualmente: catenaccio. Años más tarde se le atribuyó a Helenio Herrera y su Inter de los 60, pero esto es algo totalmente falso, ya que aunque si bien es cierto que lo usaba de vez en cuando, ubicando a toda una maraña defensiva por detrás de Luís Suárez para que éste colgara balones a un par de atacantes, era sólo un recurso más de los que podía disponer, ya que este Inter practicaba un juego talentoso y exquisito.
De esta forma la selección italiana se plantó en el mundial con la idea de no hacer el rídiculo, y de poner en marcha un sistema futbolístico que muchos años después, ya en el ocaso de su vida como forma de juego, llevaría a la perfección la selección alemana en el Mundial de 1974.
Los italianos quedaron segundos del grupo 3, por detrás de Suecia, aún ganando contra Paraguay por un resultado de 2-0, pero perdiendo contra la propia Suecia 3-2. Cabe destacar la mala forma física con la que llegaron los azzurri a la competición, al tener que viajar en barco, ya que aún se recordaba la tragedia de Superga.
Esas son las razones del auge del sistema ultradefensivo en Italia. Para muchos, además, el carácter italiano también es un factor determinante. Explica Enric González, en uno de sus artículos recopilados por J.M Román en Historias del calcio y otros mundos: “Aventuremos una teoría, tan descabellada como cualquier otra. Los italianos fueron dominados por potencias extranjeras durante unos 1.300 años, hasta la segunda mitad del XIX. Se acostumbraron a que el Estado fuera extranjero y aún no se creen que sea suyo, lo que podría explicar algunos fenómenos relacionados con la evasión fiscal. También aprendieron a hacer lo mejor que se podía hacer en tal caso: aprovechar en beneficio propio los fallos del sistema dominante”. La teoría del error ajeno.
Concluye “El italiano tiene un sentido innato para detectar la rendija o el punto frágil en cualquier sistema que se le ponga enfrente. Espera su ocasión y la aprovecha. La esencia del calcio es, probablemente, ese talento”.
Éste fue el punto de inflexión para casi una forma de vida para muchos equipos italianos y de todo el mundo en general. El catenaccio era ya, parte de la historia del fútbol. Su padre: Superga.
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